martes, 17 de mayo de 2011

Fish Tank

Fish Tank


Año: 2009.
Producción: Reino Unido, Holanda.
Duración: 2h03’.
Dirección: Andrea Arnold.
Actores: Katie Jarvis, Michael Fassbender, Kierston Wareing, Rebecca Griffiths.
Calificación: No calificada.

 
Buen cine.


Mia es una joven de 15 años que vive en uno de los barrios menos favorecidos de Inglaterra. Ha sido excluida de la escuela y de su entorno social, no tiene amigos y toda interacción con cualquier otro ser humano desemboca inevitablemente en una situación violenta. En casa la esperan su hostil madre, quien la considera una delincuente y no se interesa por otra cosa más que sus propios deseos y adicciones, y su hermana pequeña, quien la conoce más por el apodo “puta” que por su propio nombre. Mia está siempre enojada, con todo y con todos. Mia no sonríe, es impenetrable y no le interesa nada de lo que los demás le puedan decir. Mia, además, fantasea con ser bailarina de hip-hop.

Ella se encuentra en un mundo inhóspito, busca expresarse pero casi no tiene los medios para hacerlo, además tampoco tiene muy claro qué quiere decir ya que es aun una adolescente. Encuentra y genera violencia en todos lados, insulta a la gente, le rompe la nariz a una chica, intenta liberar un caballo encadenado y se pelea con los dueños de este. La madre la desprecia y la quiere inscribir en un internado para no tener que ocuparse de ella. Su hermana de diez años fuma y bebe alcohol cuando su madre no está; ella tampoco sabe cómo expresarse, así como tampoco sabe que, a pesar de todo, en realidad ama a su hermana mayor.
Su madre se ha conseguido un nuevo novio y la tensión entre él y Mia es inmediata. Mia competirá con ella y él sabrá ser un buen padre de a ratos, así como también insinuará algunas cosas más. A partir de este momento la realidad de Mia cambiará y buscará algo más, bailará por todo lo que no dice con palabras y a través de la danza hasta se sentirá un poco mejor.

Fish Tank es una película personal, en todo sentido, y si bien es capaz de presentarnos algunas de las caras de nuestra decadencia social, es simplemente la historia de un personaje, que no existe, que no es, pero que, paradójicamente, transmite mucho, mediante un gran trabajo técnico y artístico.
La visión y el estilo de la directora son claros: se ocupa de Mia en casi todos los planos, con encuadres cortos que nos muestran su cara y su torso, pero no mucho más, hay pocos planos generales. La cámara se mueve constantemente, nerviosa pero  también conteniendo la energía, amenazando con explotar en cualquier momento, siempre al ritmo del personaje y buscando persistentemente su punto de vista, cercana e inquisitiva, da la impresión que quiere fundirse con ella en una sola cosa.
La fotografía de Robbie Ryan es tan hermosa como acertada, trabaja de manera magnífica el encuadre, el enfoque y los colores; es, sencillamente, cautivante. El diseño de arte también es muy bueno y el sonido tiene escenas casi propias, que la directora aprovecha para mezclar con alguna que otra cámara lenta (a veces bien, a veces no tan bien).

Como sugerí antes, la labor artística se destaca tanto como la técnica, por la calidad narrativa, la consecución dramática de las escenas y el montaje de las mismas (cuando salí del cine la primera cosa que me pregunté fue: ¿qué escena se podría decir que está de más?, y aun no he encontrado la respuesta), los diálogos cortos y literalmente insultantes (bien puestos) y, por supuesto, el desempeño de los actores.

Este film fue el debut para Katie Jarvis (Mia), quien se destaca por su interpretación y por su compromiso con el personaje; redondea, al fin, una actuación prácticamente incuestionable. Rebecca Griffiths (Tyler, la hermana menor de Mia) es sorprendente. Tan sólida como una actriz experimentada, se vuelve, con el pasar de la cinta, un mojón ineludible en la historia de su hermana. Y la otra sorpresa puede venir por el lado de Michael Fassbender (el novio de la madre de Mia), un actor al que podemos recordar por películas como 300 o Bastardos Sin Gloria, quien muestra que también puede desempeñar muy solventemente otros papeles.
Una de las claves que quizás permitió el buen trabajo de los actores fue el hecho de que la directora decidió rodar la película de manera cronológica y sin darles los guiones completos, sino sólo aquello que rodarían en la semana. Con esto se buscó que los intérpretes crecieran junto con los personajes a medida que la historia se desarrollaba, así como también que fueran capaces de reaccionar de una forma más real ante los sucesos y los choques con el entorno y entre ellos mismos.

En definitiva, Fish Tank es, más que nada, una muy buena película. No es un documental, ni tampoco es un examen exhaustivo de la sociedad inglesa en sus barrios bajos, es una historia puntual, la historia escrita por la directora, específica y ficticia, que nos permite explorar un poco las sensaciones posibles de una persona que está obligada a lidiar con un entorno violento y miserable, con egoísmos y descuidos más de carácter individual que social. Con esto no quiero decir que la trama carezca de relevancia, sino que es sólo una anécdota que nos permite, a través de la calidad con la que está contada, pensar un poco y sentir otro tanto, salir de la sala satisfechos porque habremos visto, ante todo, buen cine.

M.B.

viernes, 6 de mayo de 2011

Inside Job

Inside job
(Trabajo confidencial)


Año: 2010.
Producción: USA.
Duración: 1h52’.
Dirección: Charles S. Ferguson.
Actores: Matt Damon (narrador).
Calificación: Para todo público.



Forma y contenido.


Conjugar la forma y el contenido es uno de los problemas centrales del discurso cinematográfico. Transmitir sensaciones a través de la imagen y el sonido, trascendiéndolos, de algún modo, mediante la unión de lo que queremos decir con la forma en la cual lo queremos decir, es uno de los desafíos más hermosos y complicados que el cine propone a quien quiere realizarlo. Y si a esto le sumamos el intento de explicar un complejo movimiento económico que llevó a una de las crisis financieras más grandes y más globales que la humanidad ha visto, el desafío se transforma en algo aun más difícil.

Inside Job es el segundo documental del Director norteamericano Charles S. Ferguson y cumple con la forma y el contenido.
El documental es enteramente descriptivo, claro, preciso y explícito, no recurre a golpes bajos, está bien montado (por lo que mantiene siempre un buen ritmo) y es narrado sin apabullar con explicaciones técnicas, sin sobresaltos, de manera didáctica y comprensible hasta para quien no entienda nada de economía. El film se basa en una incisiva investigación previa, en material de archivo y en entrevistas a diversos personajes del mundo económico, periodístico, empresarial, académico y político de los EEUU, y también de otros países.

Quizás la obra no nos cuenta nada que no sepamos ya, como que la codicia en Wall Street y en las directivas de las empresas financieras más grandes del mundo no tiene límites, que la mayoría del sistema político –subvencionado por estas mismas empresas– se preocupa sólo por mantenerse en el poder para llenarse los bolsillos y no para velar por la prosperidad de las personas que confiaron en él, que los mismos individuos que rigen las universidades poseen asimismo altos cargos gubernamentales o en las direcciones de depredadoras empresas privadas –generándose así complejos conflictos éticos–, que muchas reglas o recursos económicos son deliberadamente complejos e inentendibles sólo con el fin de poder ser controlados por unos pocos –esos que se enriquecen a costas del dinero de los demás– y algunas otras miserables y hasta repugnantes facetas de nuestra especie; pero lo que sí hace, y sin vacilar, es explicarnos en términos entendibles cómo fue posible la crisis y además (y quizás lo más importante) pone nombre y apellido a varios de los responsables de la misma.
Algunos dieron la cara y son entrevistados por el mismo director, quien no duda en decirles que están mintiendo, cuando, obviamente, lo están haciendo mientras nos quieren hacer creer otra cosa. Otros decidieron no dar la cara, pero igualmente están incluidos en la obra, a través de material de archivo y de placas que dicen que se rehusaron a ser entrevistados para el film.

Inside Job es, al final, una película admirable, pero no es sólo eso, es también una forma de denuncia, es (como debe ser un documental) un documento en su totalidad –en vez de un mero “recorto y pego”– y como tal merece ser visto por todos, más allá de estar más o menos de acuerdo con lo que propone, más allá de entender que todo lo que nos es mostrado no es más que una verdad parcial (o quizás ni siquiera es del todo verdad), un punto de vista, una fracción de realidad; creo que es un registro de hechos ineludible, que invita a pensar y a abrir los ojos, así como también a sentir y a entender el mundo un poco más, un mundo que viaja al son del dinero y a la velocidad de la luz.

M.B.

martes, 26 de abril de 2011

Whatever Works

Whatever Works
(Si la cosa funciona)


Año: 2009.
Producción: USA.
Duración: 1h32’.
Dirección: Woody Allen.
Actores: Larry David, Evan Rachel Wood.
Calificación: Para todo público.



Casi, casi.


Una vez más fui al cine sin demasiadas expectativas, si bien no me gusta admitirlo cuando hablo de una película del maestro Woody Allen, pero dadas sus últimas películas (que no considero malas, sino “no geniales”), me fue inevitable que se diera así.

Boris Yellnikoff (Larry David), un misántropo empedernido que evita casi todo tipo de contacto humano (literalmente dice que el resto de las personas son microbios), que dice haber sido considerado para el premio Nobel de física y que humilla a niños de 8 años mientras les enseña a jugar al ajedrez, se encuentra una noche con Melody (Evan Rachel Wood), una joven e ingenua chica sureña que luego de escaparse de la casa de sus padres termina durmiendo en el callejón que da a la casa de él. Boris es insoportable, pero no es mal tipo, así que decide darle asilo a Melody por unos días y esto será el detonante para que cambien no sólo las vidas de ambos sino también las de varios otros personajes en la historia.

La primera escena es ya una muestra de que el regreso a Nueva York le sentó muy bien a Allen. Boris, luego de discutir con sus amigos en el bar, le habla directamente a la cámara apelando a la complicidad del público presente. El diálogo es tan bueno como insoportable (bueno como los diálogos de Allen e insoportable como el personaje que lo pronuncia) y nos hace, invariablemente, recordar otras escenas magistrales, como cuando los actores atrapados en la pantalla en La Rosa Púrpura del Cairo hablan con las personas que están del otro lado de la misma o como cuando Alvy Singer (Woody Allen) sale de la cola del cine para ir tras el reconocido filósofo Marshall McLuhan y luego dirigirse al público en Annie Hall. Estos son recursos que en manos de cualquiera pueden resultarnos propios de las malas películas, pero en manos de un genio, no pueden ser otra cosa más que genialidades.

Quizás el “truco” de la película reside en que el guión fue originalmente escrito por Allen a principios de los ’70 (y no con esto quiero decir que los guiones actuales del director no sean buenos, sino que se nota la diferencia en el estilo) y pensado para que lo interpretara no el mismo guionista y director, como muchos podrían creer dadas las características del personaje, sino Samuel Joel “Zero” Mostel, un actor norteamericano que protagonizó varias comedias en las décadas del 40, 50 y 60, pero que murió en 1977 y determinó, de alguna forma, que el proyecto quedara guardado en un cajón y no volviera a retomarse hasta estas épocas.

De todas maneras, no creo que hoy en día el casting hubiera podido ser mejor, ya que Larry David fue un gran acierto (aunque haga simplemente el papel “de Larry David”, como en la serie Curb your enthusiasm), creo que es muy difícil pensar en alguien (exceptuando al mismo Woody Allen) que hubiera podido decir los chistes escritos por el director mejor que él.
Mientras tanto, Evan Rachel Wood, quien cumple muy bien con su rol en la película, parece haber sido casi esculpida por el mismísimo director: joven, hermosa, ingenua, pero por sobre todo, encantadora –en todo el sentido de la palabra– desde el primer momento (tal como Allen hace casi infaliblemente con sus personajes femeninos principales, desde Diane Keaton hasta Penélope Cruz). Esta “casi niña” del sur perdida en “La gran manzana” no falta a ninguna de las características necesarias para ser lo más opuesto a Boris y al mismo tiempo el magneto que hace que la película gire en torno a ella.
Patricia Clarkson, como Marietta Celestine, la madre de Melody, también deja una buena interpretación y aporta, sobre todo, su experiencia, siempre necesaria en una buena película.

Como dije antes, el guión data de los ‘70s, por tanto vuelve, de alguna manera, a algo que hace ya un tiempo Woody Allen había dejado un poco de lado: los chistes. Si gustan del humor de Allen, se reirán mucho y si no, lo harán también, solo que un poco menos. Con gran talento el film mezcla las constantes bromas sarcásticas con los temas que trata, como el amor, lo azaroso e impredecible del universo, la religión, las relaciones maritales, la muerte y, por sobre todo, el entendimiento entre las personas más allá de sus diferencias, cualquiera sean estas.

Whatever Works o Si la cosa funciona, título con el que llegó (muy tarde) a nuestro país, es una película reflexiva y graciosa (o muy graciosa, dependiendo de nuestra afinidad con el humor que propone), que, en lo personal, me hizo sentir por momentos, casi, casi, como si hubiera tenido el privilegio de estar en el estreno de La Rosa Púrpura del Cairo, Manhattan, Annie Hall o Crímenes y Pecados, por mencionar algunas de las mejores, porque, si bien está por debajo de estas, y de muchas otras, tiene esa magia, esa gracia, ese desborde de talento y genialidad que uno siempre espera cuando va al cine a ver “una de Woody”.

M.B.

jueves, 21 de abril de 2011

Reus

Reus

Año: 2011.
Producción: Uruguay – Brasil.
Duración: 1h30’.
Dirección: Eduardo Piñero, Pablo Fernández, Alejandro Pi.
Actores: Camilo Parodi, Alberto Acosta, Walter Etchandy, Micaela Gatti.
Calificación: +15 años.



Animarse a algo más.


Creí que iba al cine con pocas expectativas pero, en realidad, cuando entré a la sala y estuve frente a la pantalla me di cuenta que llevaba muchas. Por eso fue que los primeros minutos de la película se me pasaron de una manera rara, como ajenos, difíciles de disfrutar, mientras yo me decidía entre acomodarme en la butaca como un espectador que va al cine sólo para pasar el rato o abstraerme y concentrarme para no perderme ni el último detalle de lo que iba a ver. Luego de los primeros diez minutos, debo decir que la película se me hizo lo suficientemente entretenida para olvidarme de si tomaba esta o aquella postura (y así se mantuvo, casi siempre, hasta el final, lo cual no es poca cosa).

Reus es una película de género –policial– que se basa en algunas cuestiones sociales actuales, como la droga y la delincuencia juvenil, para contarnos una historia completamente ficticia. Los realizadores –quienes trabajaron durante siete años en este proyecto– nos cuentan cómo “El Tano”, un delincuente con aires de Don Corleone recién salido de la cárcel, trata de restaurar la reputación de “su familia” en “su barrio”, perdida tras su ausencia. Mientras esto sucede por un lado, Don Elías, el dueño de una empresa mayorista (y quien mandó al Tano a la cárcel), intenta combatirlo, en pos de “los intereses de todo el barrio”, apelando al apoyo de los demás comerciantes del Reus y de una fuerza policial desinteresada, corrupta e inoperante.
En el transcurso de la historia, tanto El Tano como Don Elías se darán cuenta que el barrio ya no es el mismo, ni para uno, ni para el otro. Mientras El Tano estuvo en prisión, y la “tranquilidad” volvió a las calles, un nuevo enemigo se abrió paso: la pasta base. Ahora, los antiguos enemigos deberán cuidarse no sólo de ellos mismos sino también de un nuevo grupo de delincuentes que, motivados pura y exclusivamente por la posibilidad de conseguir siempre más droga, actúan de otras maneras y con otros objetivos; con otros códigos, si se quiere.    

Entorno a estos conflictos la película se mueve a veces bien, a veces no tanto, con una narración y con actuaciones bastante desparejas, falla también en algunos aspectos del guion que, por más que algunos quieran justificarlos, precisamente, por tratarse de una película “de género”, se notan y no creo que esté bien dejarlos pasar ni en esta ni en ninguna otra película.
De todas maneras debo decir que el film, más allá de los altibajos casi constantes que tiene, no pasa por aburrido y logra meternos de a poco en el mundo del barrio Reus (el Reus creado por los directores, claro está, no el verdadero), del Tano, de Don Elías y de los demás personajes, que con objetivos que se nos muestran bastante claros desde un principio, se desenvuelven a través de los sucesos de la película a veces faltos de profundidad y a veces de manera fuerte y verosímil.   

Es cierto que de a ratos el film se me hizo un poco largo, inconsistente y hasta aburrido, pero también es verdad que me mantuvo siempre queriendo saber cómo iba a terminar, lo cual reconozco como un importante mérito. Igualmente lamento decir que toda esa expectativa (bien) generada no se satisface, dado el final –a mí entender– desprolijo de la historia. A pesar de esto, quiero destacar la última escena, la cual me parece de lo mejor de la película y quizás lo “más real” y penetrante que el film tiene para dar.

La inexperiencia de los realizadores, la inclusión de no-actores, las locaciones reales y ciertos (aunque no demasiados) puntos de contacto con algunas realidades de nuestro Montevideo, hacen que la película sea atrapante por momentos y decepcionante por otros, lo cual me dejó un sabor agridulce en la boca al salir de la sala. Pero al fin y al cabo, la película pretende ser de género, y lo es; pretende vender entradas, y lo está haciendo; así que creo que, más allá de los aciertos y de los errores que se le puedan adjudicar, cumple con lo que se ha propuesto (estemos de acuerdo o no con ello) y lo que por sobre otras cosas rescato es su capacidad para abrir una puerta más hacia una diversificación de nuestro cine (y sí, ya sé que más no es lo mismo que mejor, pero es al menos una de las maneras en las que se puede comenzar).

M.B.



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